“La Ley reparó una deuda de la democracia”

Diálogo con Daniel Pérez Ibarburen, referente LGBTIQ+ de Mendoza  

Se cumplieron 15 años de la sanción del Matrimonio Igualitario. La Ley 26.618 se aprobó por 6 votos de diferencia del Senado, en una madrugada histórica: Argentina se convertía en el primer país de Latinoamérica en lograr que reconocía el matrimonio para personas del mismo sexo.  

Producto de una lucha de años, que se hizo masiva y federal durante el tratamiento de la ley en el Congreso, permitió la movilización, organización y visibilidad del colectivo LGBTIQ+ en todo país.  

Desde el corazón de una provincia conservadora como la nuestra en temas como este, dialogamos con el mendocino Daniel Pérez Ibarburen, quien fue un referente de aquella lucha y de la organización del colectivo en su provincia.

La vigilia frente al Congreso de la Nación el 15 de julio de 2010. Durante la madrugada se aprobó la Ley de Matrimonio Igualitario

Lo individual y lo colectivo se entrelazan en su historia. A 15 años de la sanción de Ley, está a punto de cumplir también, 15 años de matrimonio. 2010 como un antes y un después, la ley salió en julio y en noviembre de ese mismo año, Daniel se casó con su esposo. Estuvieron entre las primeras 10 parejas homosexuales que se casaron en Mendoza, pero los primeros en hacerlo fueron parejas de más de 60 o 70 años que no querían morir sin dejarle los derechos a sus compañeros o compañeras de toda la vida.

 De la madrugada del 15 de julio de 2010,Daniel recuerda la vigilia colectiva en el Centro de Mendoza, en una noche helada y con una nevada histórica en Mendoza, los nervios, mientras durante la madrugada llegaban noticias de votos que se caían, los mensajes con los compañeros y compañeras que en Buenos Aires esperaban a las afueras del Congreso. Era tan incierto el resultado, cuenta, que vivieron la votación como los penales de Argentina en el Mundial, y cuando salió, pura euforia y emoción.

Tejiendo la lucha desde lo individual a lo colectivo

Las cuestiones de diversidad sexual, aparecen primero en las familias, ese “salir del closet”, fue temprano para Daniel, “di ese paso a los 18 años, y desde el primer momento recibí contención y apoyo de mi padre, mi madre y mis hermanas”.  

“El apoyo en el núcleo familiar te abre la cabeza para poder ayudar a otras familias que atraviesan lo mismo, y que no saben cómo encarar el tema, siempre por falta de información”.

Cuenta que desde la contención y seguridad que le daba su propia familia, desde chico tuvo el impulso de trabajar con otras familias, «mis padres sirvieron de consejo a otros padres, por ese entonces en la Argentina, si bien era un tema que ya se venía hablando muchísimo, no tenía el tratamiento que debía tener…Los medios distorsionaban un poco la realidad de nuestro colectivo y no había mucha información. Entonces, cuando esto empieza a llevarse a nivel institucional, es cuando fue necesaria la construcción colectiva”.

Organización colectiva con identidad propia

El gran desafío fue darse una organización, “juntarnos con otras personas que venían ya luchando, pero que acá en Mendoza no eran muy visibles, a diferencia de Buenos Aires».

En este sentido, trabajar desde el interior en la visibilización, contra los prejuicios y estereotipos planteaba un reto aparte: «Nosotros teníamos como referencia a las organizaciones nacionales, de Buenos Aires, pero nuestra realidad como provincias conservadoras era muy distinta. En Mendoza, además de la influencia del catolicismo, existía un código de faltas muy represor, castigaba a las personas que distorsionaban su identidad, las chicas trans por ejemplo, no podían salir a la calle vestidas de mujer, y en nuestro caso de varones gays, el mismo código hablaba de homosexualismo como algo penado, no permitido».

Lo que primero fue una tarea particular “se transformó en organización colectiva, dándole una identidad al colectivo LGBTQI+ de Mendoza y en general de todo el país”.  Daniel destaca la impronta que tomó el colectivo en Argentina “muy propia, nacional, distinta a los colectivos en Europa o en EEUU, donde las marchas eran una forma más de visibilidad, nuestras marchas siempre tuvieron contenido y reclamos políticos muy concretos, luchando y militando siempre para ampliar derechos a sectores de nuestro colectivo que siempre están siendo desconocidos”.  

Una deuda de la democracia

El debate que se generó cuando el proyecto tomó estado parlamentario, reveló aspectos profundos detrás de un reclamo que llevaba muchos años, y que evidenció que la democracia estaba en deuda con un amplio sector al que se le negaban derechos que iban mucho más allá del matrimonio entre personas del mismo sexo. 

«Esto era mucho más profundo, aparecen nuevos planteos, el Estado no estaba cumpliendo con su deber de proteger a muchas familias monoparentales que ya existían en la Argentina, porque con la modificación de la Ley de Adopción en los ‘90, se permitía a las personas solteras adoptar hijos. Pero el viejo Código Civil no reconocía la patria potestad compartida para relaciones que no estaban avaladas por el Estado, por lo que en caso de muerte de algunos de los conyugues esos niños quedaban en manos del Estado».

«Nosotros empezamos a militar la ley teniendo en cuenta estos aspectos profundos, diciéndole al Estado que se tenía que hacer cargo de que un gran sector de la población no estaba siendo amparado en los derechos básicos que pregona la Constitución Nacional».

Para Daniel, la ley logró visibilizar una realidad a nivel colectivo y a nivel institucional, poniendo en práctica nuestro sistema democrático, demostrando que las instituciones pueden ser instrumentos verdaderamente democráticos.  

Un camino de lucha, sorteando obstáculos

Daniel afirma que a partir de ese momento la lucha se hizo muy intensa y tuvo momentos muy duros. La resistencia de cierto conservadurismo presionó para que el proyecto se cayera: “proponían la Unión Civil, que sí bien otorgaba derechos económicos, la posibilidad de sucesión de bienes, era un modo de ver la familia desde un lugar muy capitalista, al modo europeo, pero en nuestro país la realidad era otra, y nosotros planteamos que no, que la UniónCcivil seguía siendo algo discriminador, tratando de manera distinta a un sector de la sociedad”.

Frente a esta disyuntiva de aceptar la Unión Civil o ir a fondo, «aparece un señor Diputado que había sido presidente, Néstor Kirchner. Se reunió con las agrupaciones y dijo que la Ley iba a salir. “Nosotros le decíamos ‘pero no tenemos los votos’, y él nos dijo ‘ustedes confíen que los votos van a aparecer, ustedes van a lograr que esto salga’, y cuando salió en Diputados, no lo podíamos creer».

El ejemplo de las Madres y las Abuelas: “Si hay algo que uno aprende de estas luchas es nunca jamás retroceder».  Para Daniel en el camino fue fundamental el ejemplo de las Madres y las Abuelas como una referencia frente a la tergiversación o el odio.

«Ellas desde el amor, la claridad y la verdad, tuvieron que explicar a personas que por ahí no estaban informadas, lo que fue la desaparición de personas, enfrentado el negacionismo o el ‘algo habrán hecho’. En nuestro caso también fue explicar ese algo habrá hecho la familia para que les tocara un hijo puto. Explicamos, informamos, fue un proceso hermoso también porque encontramos mucha comprensión en sectores por ahí inesperados, se comprendió que se planteaba algo justo, se encontraron con una realidad que desconocían».

El ejemplo de ellas también vale para el después “nuestra lucha no terminó con una ley, si bien el Matrimonio Igualitario fue un paso gigantesco no es el fin, la herida que causó el estado en negarnos derechos durante tantos años, no tiene reparación, como no tienen reparación los desaparecidos”.

La lucha por conseguir la ley organizó el colectivo en todo el país y ese saldo organizativo perduró, a pesar de que conviven muchas diferencias. En la marcha de repudio a los dichos de Milei en Davos, quedó demostrada esa madurez política: “lo más importante fue la unidad que mostró, con el acompañamiento de sectores de todo tipo. También de los sindicatos, algo que nos sorprendió para bien”.

Una foto del casamiento de Daniel con su esposo Horacio, en 2010 

 ¿Que nos enseña aquella conquista para este momento tan complejo? “Pienso que es un ejemplo para no abandonar nunca la lucha, cuando muchas veces pensamos que el sistema democrático está vencido o que lo pueden doblegar. Cuando vienen gobiernos como éste, a cercenar derechos y a atacar todo lo que es distinto, es cuando más alerta tenemos que estar, pero siempre hay que apostar a la memoria y a la verdad, con el ejemplo de las Abuelas y las Madres.”

“Nosotros no tenemos miedo, pero si estamos en alerta, porque es el rey de los decretos, de las mini reformas constitucionales, pero también tenemos mucha seguridad de que hay cosas que la Argentina no otorga, por ejemplo el respeto por la verdad, la memoria y los derechos por las diversidades, es algo que no decidió el Congreso, lo decidió la sociedad argentina hace muchísimos años.”