Una lucha por justicia que sigue palpitando y resistiendo
Los pueblos originarios tienen una importancia histórica que no debemos menospreciar, no sólo porque son los primeros pobladores de los actuales países, sino por sus diversos aportes e innumerables conocimientos ancestrales. Más allá de las diferencias, hay que abogar por la integración y el respeto como seres humanos y por su rica cultura.
No olvidemos que todos tenemos en mayor o menor grado algún rastro aborigen.
Los pueblos indígenas se ven afectados por las desigualdades estructurales en lo económico, social, ambiental y sanitario respecto al resto de la población. A pesar de sus diferencias culturales, los pueblos ancestrales comparten problemas comunes a la hora de proteger sus derechos como pueblos diferentes.
Las comunidades originarias han buscado durante años el reconocimiento de sus identidades, su ecosistema y el derecho sobre sus territorios tradicionales y recursos naturales. Sin embargo, han sido siempre marginados y siguen estando entre las poblaciones más vulnerables y perjudicadas.
La comunidad internacional ha admitido que son necesarias medidas especiales para proteger sus derechos y mantener sus culturas y formas de vida, pero la realidad indica que otras son las prioridades de los estados.
El Día Internacional de los Pueblos Indígenas es una forma de enfocar sus necesidades y acompañar sus reclamos, que son reclamos de justicia que siguen palpitando, resistiendo y han sobrevivido a siglos de sacrificio, como bien lo estableció Rigoberta Menchú, activista por los derechos humanos, embajadora de los pueblos indígenas de la UNESCO y Premio Nobel de la Paz.
