Secretaría de Prensa. El pasado martes Trump anunció en la Casa Blanca, delante de una alicaída delegación Argentina encabezada por el presidente Milei y la prensa de ambos países, que el salvataje inédito de EEUU al gobierno de Milei, anunciado días atrás, estará supeditado al resultado electoral de las elecciones de medio término, el próximo 26 de octubre. En los días sucesivos, el negativo impacto de este condicionamiento obligó a Scott Bessent a tirar alguna migaja diaria tratando de mantener a flote a Milei y un gobierno entregado.  

Los argentinos asistimos a un espectáculo penoso: desde el norte se informan medidas y novedades de nuestra economía, que la ayuda podría ascender a 40 mil millones de dólares, sumando el swap más un nuevo crédito, que el acuerdo comercial “inédito”, que la compra de pesos, todo en inglés, vía X. 

Cargamos una deuda impagable tomada por irresponsables que se fugaron cada dólar, y se nos humilla con una intromisión directa de EEUU en los asuntos internos argentinos: en la política monetaria, en la economía, en las decisiones de gobierno, en la política interna y en el proceso electoral, algo que sólo encuentra antecedentes en la oposición Braden o Perón en la previa a las elecciones de 1945.

Mendigando un salvataje con sabor a poco

Entre el primer encuentro de Milei con Trump, aquel vergonzoso 23 de septiembre en Nueva York, y este segundo en Washington del pasado martes, aún más patético, el panorama se complicó para el gobierno libertario, que tiene muchas chances de repetir una derrota electoral como en la elección bonaerense, más aún cuando en medio debió bajar a su primer candidato por ser financiado por el narcotráfico y porque la crisis económica está arruinando a todos los sectores. En medio, la extorsión de Trump, diciéndonos como votar, cayó mal en amplios sectores de la sociedad argentina.

Trump fue explícito: “Nuestra aprobación está sujeta a quien gane las elecciones. Si gana nos quedamos y si no lo hace nos vamos, no vamos a perder el tiempo”. Si quedaba alguna duda lo ratificó horas más tarde mediante comunicado, mientras varios funcionarios “argentinos” hacían el ridículo en los medios tratando de “interpretar” a Trump.

Hemos dicho en una anterior edición, que el gobierno libertario llegó con el objetivo de hacer exactamente lo que está haciendo, atarnos al endeudamiento, obstruir el desarrollo soberano y garantizar el negocio financiero de quienes timbean con nuestro futuro. Sin embargo, la pericia escasea en este gobierno, y su talón de aquiles es una profunda desconexión con la sociedad. Entonces, ejecutan el plan con una enorme torpeza tanto en la política económica como en el armado político.  Si le sumamos la manifiesta debilidad argentina endeudada como nunca antes en su historia, posibilitan a Trump una injerencia vergonzosa, más allá de que aún no llegue lo único que le interesa al endeudador “Toto” Caputo y el gobierno: dólares frescos para mantener un tipo de cambio y una inflación artificialmente baja, mientras los de arriba siguen de fiesta con la ganancia de la bicicleta financiera.

En materia económica, la intromisión es comandada por el jefe del Tesoro Scott Bessent quien la semana pasada, cuando la euforia de los primeros anuncios comenzó a caer, realizó las primeras concreciones del “salvataje”: compra de pesos y confirmación de un paquete de ayuda que podría llegar a los 40 mil millones, 20 mil millones de swap de monedas y la posibilidad de un crédito de 20 mil millones con bancos privados y fondos soberanos.  

“Nuestro” ministro de Economía Caputo, hoy devenido en mero gestor, está hace más de una semana en EEUU sin agenda pública, esperando estos “grandes anuncios”, que finalmente decepcionaron al gobierno, porque supeditan el paquete al resultado electoral. Sin embargo, sirvió para calmar al dólar que a sólo días de la foto con Trump ya superaba el techo de la banda y volvía a hacer tambalear al gobierno.  

Intervención lisa y llana, y una ayudita para mis amigos

No conviene, entonces, minimizar la situación a la que asistimos.  Pues si bien el límite de Trump a Milei fue claro, EEUU ya salvó al gobierno, lo vienen haciendo desde abril, cuando presionó para que el FMI desembolsara otros 20 mil millones de dólares, y ahora lo vuelven a hacer con estos dos anuncios de salvataje. La contrapartida es la virtual intervención del país por parte de EEUU.

Económica en el mercado de cambios, comprando pesos para mantener a raya el precio de dólar y evitar una corrida y una subida antes de las elecciones y luego una deliberada intromisión en la política interna.

Detrás de las declaraciones de Trump sugiriendo abiertamente a los argentinos “cómo deben votar”, desembarcó un emisario político del gobierno norteamericano, Barry Bennett.  En reunión con el otro Caputo en Casa Rosada, le dio una hoja de ruta de alianzas políticas que el gobierno debe cuidar: el esquema Macri y varios de los gobernadores y referentes de esos espacios autoconsiderados de la “avenida del medio”. Incluso algunos de ellos ya fueron citados a la Embajada Norteamericana en Buenos Aires, donde se pidió o ¿podemos decir “ordenó”? dar gobernabilidad a Milei, o acompañar las reformas a la baja y las privatizaciones de energía nuclear o del complejo hidroeléctrico del Comahue, donde se prepara la venta total de las acciones de las 4 centrales, que previamente habían sido transformadas en Sociedades Anónimas.

El miércoles Scott Bessent manifestó la necesidad de que el congreso argentino pueda “mantener un nivel de bloqueo sobre cualquier política negativa, para que el presidente pueda vetarlas”. Para dimensionar en pocas palabras: el gobierno libertario a punto de estrellar el país en menos de dos años, entregó el gobierno a EEUU.

Además del interés estratégico, hay un interés de la administración Trump en garantizar a los fondos de inversión amigos, como Black Rock, Fidelity y Pimco, que sus intereses están protegidos. Desde el propio EEUU apuntan contra el salvataje denunciando esta maniobra como “un rescate a los ricos disfrazado de ayuda internacional”

La Relevancia geopolítica de Argentina y las primeras concesiones

La entrega de soberanía es el precio que ya estamos pagando todos los argentinos. En su disputa geopolítica con China, EEUU no tiene demasiados aliados en Latinoamérica, con los otros dos países de mayor peso en la región, México y Brasil, en una sintonía geopolítica muy distinta. Argentina se presenta como la oportunidad de Trump de plantar un mojón en el Cono Sur desde el cual disputar influencia y control.

Nos hemos referido al interés de EEUU por nuestros recursos. Las «tierras raras» denominadas el «nuevo petróleo», representan un conjunto de minerales críticos como litio, cobalto, grafito, tántalo, itrio, escandio, entre otros, que son fundamentales no sólo en la transición energética, sino en la innovación tecnológica, desarrollo de IA, dispositivos electrónicos y fabricaciones militares y logísticas de avanzada. Son pocos los países en el mundo con reservas de minerales críticos, y uno de ellos es Argentina. EEUU hará todo lo que tenga a su alcance para hacerse de estos recursos (ya se los exigió a Ucrania) en tanto el 80% del mercado está controlado por China y los yanquis no pueden permitirse depender de su competidor.

Hay además un interés geoestratégico por el control del Atlántico Sur, donde el paso bioceánico del canal de Beagle es crucial, puerta de entrada a la Antártida y punto estratégico para la OTAN, enclavada en Malvinas. Pocos días después del anuncio del salvataje y mientras Bessent detallaba las áreas en las que quería desterrar a China de Argentina (puertos, bases, energía, especialmente nuclear) el gobierno argentino mediante decreto 697/2025 autorizó la entrada de tropas norteamericanas a suelo argentino, para la realización de ejercicios conjuntos de fuerzas navales especiales.

Los sitios elegidos para la operación «Tridente» son las bases navales de Mar del Plata, Puerto Belgrano y Ushuaia. Cabe recordar que la primera vez que el presidente pisó suelo fueguino, lo hizo un 4 de abril de 2024, a dos días de un nuevo aniversario de la Guerra de Malvinas, no para homenajear a nuestros 600 héroes, sino para recibir a la Generala Richardson, en ese momento Jefa del Comando Sur norteamericano, para anunciar la construcción de un gran centro logístico en el predio naval de Ushuaia.  Hoy se denuncia que entre los pedidos de Trump está que allí funcione una base logística y militar conjunta.  En la puerta de Malvinas usurpadas por los ingleses, donde anida la OTAN, pretenden habilitar una base militar norteamericana, que además le da acceso al corredor bioceánico y a la Antártida.

Un insulto a la soberanía nacional y la memoria de los caídos en Malvinas, como le recordó a Milei el pueblo de Tierra del Fuego que lo recibió hace pocos días con una gran movilización de repudio.

Están cocinando un dispositivo colonial de entrega, la lista de exigencias a cambio del “salvataje” ya es larga y critica: energía, puertos, bases logísticas y militares, litio, minerales, tierras raras…. se quieren llevar todo sin dejarnos nada.

 Vale recordar cómo se anudan algunas coincidencias en la historia, se cumplen hoy 80 años del 17 de octubre que refundó la Argentina. Este aniversario nos recuerda que el mandato de Lealtad no es a un partido, ni a un dirigente, tenemos un mandato de lealtad a la Patria, esa que defendió Perón contra el Embajador yanqui Braden, y que le valió el golpe del ’55. En 1956, Argentina ingresaba por primera vez al Fondo Monetario Internacional, que hoy junto a Trump y los que nos entregan, tienen atada a la Argentina con una deuda externa inédita e impagable, neocolonial.

Nada es casualidad. La contradicción fundamental sigue siendo libertad o dependencia, Patria o Colonia. El pueblo argentino debe responder con claridad a Trump el próximo 26, Argentina es un país soberano, no se vende ni recibe órdenes de nadie.  Multipliquemos la lealtad a la Patria, que existe y vencerá.