EL MENSAJE DEL PUEBLO A LA INJUSTICIA SOCIAL Y LA REPRESIÓN
A 56 años, evocamos con orgullo la gesta popular del Cordobazo del que Luz y Fuerza de Córdoba fue protagonista. Tronó en las calles aquel memorable 29 de mayo de 1969 lo que Agustín Tosco consideró “la expresión militante del más alto nivel cuantitativo y cualitativo de la toma de conciencia de un pueblo que se encontraba oprimido y quería liberarse para construir una vida mejor”.
Frente a la represión previa en distintos lugares del país, el 23 de mayo Eléctrum advertía que “en todo el territorio nacional se suceden las manifestaciones de protesta contra la opresión, la injusticia social y el régimen reaccionario que detenta el poder. Proseguiremos la lucha”.
Poco después del Cordobazo, Luz y Fuerza realizaba un primer análisis de la significación de aquella lucha…
Los saldos de la represión
Luz y Fuerza de Córdoba, quizás más que ningún otro, sufrió los efectos de la represalia. La sede gremial fue violentada a balazos por la policía, donde veinticinco militantes fueron detenidos y vejados y cinco dirigentes sumariamente condenados por un Consejo de Guerra Especial: Agustín Tosco (Secretario General), Felipe Alberti (Secretario de Cultura y Acción Social), Simón Grigaitis (Secretario Administrativo), Tomás “Titi” Di Toffino (Subsecretario Administrativo y miembro del Tribunal Paritario) y Osvaldo Ortiz (vocal titular). Ninguno tuvo garantías legales para defenderse y fueron trasladados en avión militar a la prisión de Santa Rosa, La Pampa.
En menos de un año, el sindicato fue objeto sistemáticamente de dos sanciones: su separación del seno de la Federación por adherir a la CGT de los Argentinos (de Raimundo Ongaro) y su indeclinable posición contraria al “participacionismo” implementado por la dictadura; la segunda, el asalto perpetrado contra la sede sindical y la detención e ilegal condena de los compañeros.
Una causa justa, sin retrocesos
Luz y Fuerza de Córdoba no modificó su posición, ya que las determinaciones adoptadas fueron siempre producto de la voluntad expresa de las bases. Esa línea de conducta se mantuvo y el esfuerzo de los cuerpos orgánicos se acrecentó para suplir las transitorias ausencias físicas de dirigentes que honraron al gremio y a la clase trabajadora con su militancia sin dobleces.
Todos los sacrificios realizados serían estériles si no se hubiese comprometido a dar continuidad a la lucha obrera, hasta las últimas instancias, si hubieran renegado de las convicciones y negociado los muertos y condenados, las conquistas y derechos y la esperanza de un futuro mejor, pactando con los represores del pueblo advenimientos imposibles.
Unidos en la lucha
Toda unidad fue bienvenida, pero no con el régimen ni con los traidores al Movimiento Obrero. La unidad debía darse prioritariamente en la lucha, de cara a la luz, de frente a las bases sindicales que exigían de los dirigentes la demostración concreta de que saben interpretarla.
Luz y Fuerza Córdoba reclamó la liberación inmediata de los presos políticos, gremiales y estudiantiles que poblaban las cárceles del país; reclamó el cese del estado policial instaurado por la dictadura, y fundamentalmente, la convocatoria al pueblo argentino para que eligiera libremente a los hombres que habrían de regir sus destinos, exhortando a los trabajadores a incorporarse a esta movilización de todos los sectores que se detendría hasta arribar al objetivo superior de instaurar la soberanía popular y la justicia social en nuestra patria.

