En el primer año del gobierno de Milei 30 mil Pymes cerraron en la Argentina, y se estima que para cuando 2025 termine, esa cifra se duplicará. La UIA denunció que desde marzo se pierden entre 1000 y 1500 puestos de trabajo mensuales y el  IPA (Industriales Pymes Argentinos) advirtió que a los 70 mil trabajos perdidos entre enero de 2024 y enero de 2025, este año se perderán 300 mil empleos totales.

Números suficientes para reflejar la tragedia social que se está gestando (otra vez) en nuestro país. Asistimos a una crisis de la industria nacional y el trabajo, causada por un paquete de políticas que deliberadamente están provocando un industricidio, que se profundiza a diario.

El binomio producción – trabajo es el sector de la actividad económica más golpeado por el modelo libertario, que ataca a la industria nacional, reconfigurando una Argentina eminentemente agroexportadora y extractivista, con mayorías empobrecidas.

Sin producción y actividad industrial no hay trabajo, ni desarrollo productivo, no hay crecimiento, ni libertad, se llevan nuestros recursos más valiosos, dejándonos lo mínimo y nos venden sus productos elaborados, arruinando nuestras empresas, trabajos y obturando nuestro desarrollo técnico y científico.

La contracara de las pymes e industrias cerradas son los puestos de trabajo perdidos, la precarización y las condiciones salariales y laborales a la baja que sobrevienen siempre a estos procesos de desocupación y flexibilización laboral.  A nivel mundial, parte de la dinámica laboral es una disputa por ofrecer la mano de obra más barata y precarizada, para que “vengan las inversiones”.  Nadie es libre en una ecuación como esa.

La crisis del sector industrial está empujada por una economía recesiva derivada del ajuste fiscal (y social) sin precedentes en la historia, que enfrió la actividad económica en base a salarios por el piso, consumo deprimido, retracción del mercado interno y empresas que no venden. 

Otras dos políticas ahogan la industria nacional Pyme, responsable de generar el 70% de los puestos de trabajo en la Argentina:

  • Por un lado, la falta de crédito productivo que ayude a las empresas, perjudicadas por altas tasas de interés financiero.
  • Por otro, la apertura indiscriminada de importaciones, que arruina las producciones regionales, así como ramas de alta generación de empleo, como la actividad textil o la metalurgia, incluso la siderurgia (acero) se ha visto perjudicada con la autorización del gobierno de importar máquinas usadas.

Las industrias nacionales no pueden competir con productos a los cuales el gobierno liberó de aranceles e impuestos y regulaciones, y que muchas veces, como la ropa de aplicaciones internacionales, traída del sudeste asiático, es producida bajo modelos de terrible explotación laboral y consumo para el descarte.

Desde el corazón lácteo de la Argentina, hay empresas anunciando planes preventivos de crisis y cientos de despidos. Sí, es posible encontrar lácteos importados en las góndolas argentinas, así como cítricos, tomates, vino, yerba mate, neumáticos, autopartes o ropa. ¿y qué hacen quienes viven de producirlos en Argentina? ¿Y quienes trabajan de eso?

En Córdoba, la industria metalmecánica y autopartista, actividad que suele ser un motor del empleo, implementó suspensiones y cesantías.  El sector industrial de la provincia perdió en 2024 unos 5 mil puestos de trabajo.

Parecemos inmersos en un revival de los ‘90: en aquella oportunidad prometían “revolución productiva” y recibimos privatizaciones, recesión, caída industrial y miles de desocupados, todo a caballo de una deuda externa asfixiante.

Si debemos conceder a Milei que  anunció varias de las medidas que efectivamente está tomando, también debemos decir que le mintió al pueblo: repitió una y otra vez en campaña que el ajuste no lo pagaría la gente, sino la casta, prometió reducción de impuestos, pero no hace más que asfixiar a la industria nacional y a los trabajadores que volvimos a pagar ganancias, mientras todos los beneficios impositivos son para los exportadores de productos primarios, y para los grandes inversores del RIGI a los que ni siquiera se les exige liquidar divisas en el país.  

Sobre todo, el presidente Milei, que se reveló como el salvador especialista en crecimiento económico con y sin dinero, ha hecho todo para arruinar el horizonte productivo del país. En este modelo financiarizado, no quieren ni un dólar para la industria, las divisas son para la bicicleta financiera y no para reinversión productiva ¿Y el crecimiento prometido?  

La crisis argentina es gestionada desde diciembre de 2023 por el gobierno libertario con un modelo insostenible, que no mira la economía real, y que está llevando el país a la quiebra.