50 años de su paso a la inmortalidad
El Sindicato de Luz y Fuerza de Córdoba rinde homenaje a Juan Domingo Perón con motivo de cumplirse el 1º de julio, 50 años de su desaparición física. Siempre estaremos agradecidos por ser el artífice de la dignidad de los trabajadores organizados, cualidad irrenunciable de la cual hoy intentan despojarnos.
En el marco de duelo nacional, el 5 de julio de 1974 se publicaba el Eléctrum 458, dedicado exclusivamente a la trayectoria de Perón. Sus páginas acompañaban el lamento del pueblo ante la noticia que conmovía al país y repercutía en el mundo: …”es un acontecimiento doloroso e insuperable y llegó abriendo los cauces de la congoja popular”.
En esa reseña, nuestro Sindicato resaltaba palabras del general Perón como “hemos transformado una Constitución capitalista en una Constitución justicialista; hasta ahora la economía estaba al servicio del capital. De hoy, en más, estará el capital al servicio de la economía”. Esa filosofía política era lo que lo definía como hombre del pueblo y no de los grupos del poder financiero, es decir, Perón, como símbolo político, “era el campo de batalla donde se ventilaba a través de agitados y enredosos tramos, este litigio histórico entre la colonia y la soberanía nacional”.
Es fundamental recordar que su aparición en la política argentina posibilitó transformaciones que el círculo conservador rechazaba y no temió llevar adelante un modelo de país inclusivo. Para cumplirlos desplegó las banderas históricas del peronismo: Soberanía Política, Independencia Económica y Justicia Social. Esto es lo que él llamaba en los años cincuenta la parte fija de la doctrina y, en los setenta, la ideología.
Cuando hablamos de transformación, decimos justicialismo, esta doctrina –afirmaba- no tiene sentido sin la felicidad, es una “filosofía de la vida, simple y práctica que apunta a un pensamiento a la vez racional y emotivo, que se dirija al hombre común y su realidad cotidiana”. En este sentido, iba al corazón del problema, había muchas verdades para llevar adelante, pero la clave estaba en garantizar al trabajo como un derecho y un deber que crea la dignidad del hombre.
Hoy todo tiene más sentido ante la embestida del liberalismo anárquico que pretende destruir el Estado y los derechos constitucionales amparados por el Estado.
Por eso el legado de Juan Domingo Perón es clarificador y nos debe servir como una antorcha en este oscuro camino en el que, parafraseando a Perón, nos toca luchar contra fuerzas que se creen con derecho a llevarse todo por delante.
