Eterno en el sentimiento del pueblo trabajador

El 1º de julio se cumplieron 51 años del paso a la inmortalidad de Juan Domingo Perón. Aquel día de 1974 el pueblo perdía a su conductor, al primer trabajador, como reza la marcha justicialista.

Murió sin poder lograr la pacificación del país que tanto pretendía; en su último discurso desde el mítico balcón de la Casa Rosada ante una multitud, el 12 de junio del ‘74, se despidió con estas palabras: “Yo llevo en mis oídos la más maravillosa música que, para mí, es la palabra del pueblo argentino”.

No hay dudas que fue el artífice de la dignificación de los trabajadores y que los días más felices fueron durante su gobierno. Nos dejó un legado de pensamientos que son guía y docencia para la generación del anhelado Modelo Argentino para el Proyecto Nacional y el sostenimiento y refuerzo del Modelo Sindical Argentino.

Perón dijo que los trabajadores, como columna vertebral del proceso de desarrollo, tenían que organizarse para que su participación trascendiera largamente la discusión de salarios y las condiciones de trabajo. “El país necesita que los trabajadores definan cuál es la sociedad a la cual aspiran, de la misma manera que los demás grupos políticos y sociales. Ello exige capacitación intensa y requiere también que la idea constituya la materia prima que supere a todos los demás instrumentos de lucha”.

En esto incluía a la mujer y su capacidad: “Nuestras mujeres mostraron que pueden trabajar, elegir y luchar como los varones y preservar, al mismo tiempo, los atributos de femineidad y de esposas y madres ejemplares. Cuando la mujer se dedica solamente a los menesteres de su propia casa y abandona las posibilidades de ser útil a la comunidad, el país renuncia a la mitad de su verdadera riqueza, porque hoy, como en todos los tiempos, la mayor riqueza de un país reside en sus propios habitantes”.

En un país donde la división ha recrudecido y todo es incertidumbre, las palabras de Perón deben resonar hoy más que nunca en los argentinos: “… O profundizamos las coincidencias para emprender la formidable empresa de clarificar y edificar una gran nación, o continuamos paralizados en una absurda intolerancia que nos conducirá a una definitiva frustración”.

El mejor homenaje que podemos ofrendarle es llevar adelante las banderas históricas de la justicia social y la independencia económica.

No desatendamos su mensaje.