UNA MALA CAUSA SERÁ DEFENDIDA SIEMPRE CON MALOS MEDIOS Y POR MALOS HOMBRES
Hace 69 años, un sector de las Fuerzas Armadas intentó derrocar al gobierno constitucional de Juan Domingo Perón. Ese acto insurgente resultó en un hecho inédito y de los más aberrantes de nuestra historia: argentinos siendo verdugos de otros argentinos, tal como sucedió en la última dictadura.
Aquel 16 de junio de 1955, la aviación naval bombardeó la plaza de Mayo y Casa Rosada buscando matar al presidente Perón. El ataque se llevó a cabo a plena luz del día, en horas del mediodía, cuando miles de personas llegaban a sus trabajos, iban a las escuelas, abrían sus comercios. El bombardeo, al que le siguieron ráfagas de ametralladora con armamento de guerra, dejó centenares de muertos y miles de heridos y mutilados.
Sin dudas, un proceder criminal perpetrado por sus autores tanto materiales como intelectuales, porque detrás de los aviones de la Marina, estuvo la oposición política y de la Iglesia y los grupos económicos poderosos que pretendían tener privilegios perpetuos.
A los pocos meses, los mismos conspiradores dieron el golpe del 16 de septiembre de 1955 que llevó a Perón al exilio e inauguró una infame etapa de prohibiciones, persecución, fusilamientos y el comienzo de la resistencia popular.

