LA HISTORIA DE ESPERANZA Y DEDICACIÓN DE LA FAMILIA FREYTES
Hay una frase que afirma que los milagros existen y, por más que haya incrédulos, la vida ciertamente nos brinda, de tanto en tanto, estas sorpresas maravillosas.
La historia del pequeño Pedro, hijo del compañero Jorge Freytes de Mantenimiento de Redes Subterráneas, testimonia un milagro que toca el alma.
Pedro Ribba Freytes nació prematuramente en la semana 25 de gestación y 600 gramos. Los pediatras le daban una minúscula esperanza de vida y les dijeron a los papás que se prepararan para lo peor.
Hoy el hijo de Jorge y María Noel tiene 5 años y se encuentra muy bien de salud, lo que el 9 de julio de 2019 era muy poco probable.
El compañero recuerda que cuando lo vio por primera vez, su cabeza era del tamaño de una nuez, no tenía piel, era transparente, podía apreciarse el color de su corazón. “Entraba en la palma de mi mano”, describe aún conmovido.
En términos médicos, el nacimiento de Pedro es considerado “extremadamente prematuro”, y justamente por ser un caso milagroso fue elegido como ejemplo en el Día del Mundial del Niño Prematuro que se conmemora cada 17 de noviembre. En medio del asombro y un pronóstico delicado, los médicos contemplaban cómo un bebé en sus condiciones, evolucionaba. No es para menos: los nacimientos inmaduros representan la principal causa de muerte en niños menores de cinco años y la gran mayoría que sobreviven, suelen tener diversas afecciones y secuelas. Felizmente Pedro no tiene ninguna secuela.
En aquel momento todo era incertidumbre para Jorge y su esposa, sin embargo, se sucedieron pequeños milagros durante los 4 meses que permanecieron en la terapia intensiva de neonatología del Sanatorio Allende.
Relata Jorge que “mi señora rompió bolsa y salimos rápido al sanatorio. Le avisé a mi jefe del sector y a partir de allí fue escaso el contacto con el exterior. En EPEC se corrió la voz y muchos compañeros me ayudaron de diferentes modos.
Fueron días y noches dándole a Pedrito los cuidados necesarios, aprendiendo de enfermería y viendo su paulatino progreso. Ni te cuento cuando pudimos tenerlo en brazos, darle su primer baño y su primera mamadera, nos decían los médicos que ese contacto es muy importante para el bebé.
Estábamos en un salón donde había muchas incubadoras sin divisorios y convivíamos todo el tiempo con otros padres. Salíamos un rato a comer y tratar de responder algunos mensajes. Fue doloroso estar en el momento en que algunos papás veían morir a sus hijos, después nos preguntábamos con la “Colo” qué iba pasar con Pedrito”.
Y un día, justo en el instante en que el compañero encendió el celular, sonó una llamada de Jorge Molina Herrera para ponerse a disposición personalmente y el Consejo Directivo. En palabras del compañero Jorge Freytes, “el compañerismo y la solidaridad son parte de la esencia de Luz y Fuerza. Agradezco profundamente la mano que me tendieron, lo que muestra que el sindicato es una familia y así lo sentimos”.
Cinco años después, la familia Freytes comparte su estremecedora historia de lucha y dedicación que tuvo un final feliz gracias a médicos, enfermeros y mucha gente que no los dejaron solos. Es momento entonces de presentar a Pedro: