Ayer, en el día conmemorativo de San Cayetano, el Sindicato de Luz y Fuerza de Córdoba participó del acto multisectorial contra el ajuste de Milei, con la consigna “Pan, Paz, Tierra, Techo y Trabajo”.
La concentración se realizó frente a la Iglesia Catedral y concurrieron compañeros de distintos gremios, de la dos CGT de Córdoba, las dos CTA, movimientos sociales y de derechos humanos, trabajadores de la economía popular y centros de estudiantes.
El acto se replicó en otras partes del país; en Buenos Aires partieron desde el santuario de San Cayetano en Liniers hasta plaza de Mayo, lo que nos hizo recordar aquella histórica jornada de lucha del Movimiento Obrero contra la dictadura, el 30 de marzo de 1982, denominada “La marcha de San Cayetano” que encabezó Saúl Ubaldini.
Desde el estrado que se montó frente a la Catedral de Córdoba, representantes del Vicaría de los Pobres, dependiente de la Arquidiócesis de Córdoba, dieron la bendición a los trabajadores y trabajadoras y luego el padre Melchor López leyó un documento que compartimos a continuación y posteriormente se marchó hacia la sede histórica de la CGT en Av. Vélez Sarsfield.

DOCUMENTO: POCO PAN Y MENOS TRABAJO
Así nos encuentra la fiesta de San Cayetano este año: con poco pan y con menos trabajo”. Este es el clamor que escuchamos a diario en nuestras parroquias, capillas, comedores, cooperativas, grupos de trabajo. El clamor de quienes están sufriendo el mayor ajuste económico al que ha sido sometido nuestro país. Muchos de ellos son vecinos de barrios populares, periféricos, y aunque desde hace años son víctimas de un permanente empobrecimiento, en los últimos tiempos esta situación se ha visto brutalmente agudizada y también, muchos otros hermanos que gracias a su trabajo tenían un mejor nivel socioeconómico de vida, hoy afrontan el drama de la pérdida del empleo y todas sus consecuencias.
Decir “poco pan y menos trabajo” no es solo visibilizar un problema económico, es asumir que se trata de un drama espiritual, humano y político. Poco pan y menos trabajo significa estar sin rumbo, sin mesa compartida, significa vivir con miedo y con necesidades básicas no atendidas. “No quiero que me den nada, quiero trabajar y ganarme el pan para mí y para mis hijos, quiero comer en mi casa, con mi familia y elegir qué comer”, dicen con dignidad nuestros hermanos y hermanas con la voz, pero también con sus ojos cansados inundados de lágrimas. El trabajo justamente remunerado, es un derecho humano fundamental (Cfr. Declaración Universal de los Derechos Humanos, art. 23), es una exigencia de la dignidad inalienable de toda persona humana, es el clamor que expresa Atahualpa Yupanqui en sus coplas: “¡Trabajo, quiero trabajo, porque esto no puede ser!”. Con las palabras del querido Papa Francisco: “A San Cayetano pedimos pan y trabajo. El pan es más fácil conseguirlo porque siempre hay alguna persona o institución buena que te lo acerca, pero el trabajo es tan difícil lograrlo, sobre todo cuando seguimos viviendo momentos en los cuales los índices de desocupación son altos. El pan te soluciona una parte del problema, a medias, porque ese pan no es el que ganás con tu trabajo. Una cosa es tener pan para comer en casa y otra es llevarlo a casa como fruto del trabajo. Y esto es lo que confiere dignidad.
Cuando pedimos trabajo estamos pidiendo poder sentir dignidad; y en esta celebración de San Cayetano pedimos esa dignidad que nos confiere el trabajo; poder llevar el pan a casa. Trabajo, esa T (que junto con las otras dos T: Techo y Tierra) está en el entramado básico de los Derechos Humanos; y cuando pedimos trabajo para llevar el pan a casa estamos pidiendo dignidad” (Carta a Mons. Arancedo, 1 de agosto de 2016). Hoy en la Argentina, y especialmente en Córdoba, el dolor del desempleo y la precarización se han hecho estructural: La desocupación alcanza al 9,2 % en el Gran Córdoba y más de la mitad del trabajo privado está en la informalidad, el 55 % de los trabajadores en nuestra provincia no tiene aportes ni protección laboral, esta situación se agrava en jóvenes, mujeres y migrantes que son los últimos en ser contratados y los primeros en ser descartados.
Denunciando una economía que sacrifica vidas humanas en nombre de la eficiencia nuestro arzobispo Ángel Rossi SJ expresa, “el evangelio nos impulsa a mirar con ternura a quienes el mundo mira con desprecio” A San Cayetano le agradecemos por quienes tienen un trabajo digno, bien remunerado, y por quienes sostienen las fuentes de trabajo en estos momentos críticos. Le pedimos por quienes sufren el desempleo o trabajan en condiciones humillantes. Le pedimos, también, que el drama de la desocupación esté en el centro de las preocupaciones y proyectos de las autoridades de la República, de la Provincia, de nuestras ciudades y pueblos, de los empresarios y de todos aquellos que cuentan con los medios para generar condiciones de vida más acordes con la justicia social, priorizando a nuestros hermanos más pobres.
Vicaría de los Pobres – Arquidiócesis de Córdoba – 7 de agosto de 2025


Durante la marcha los compañeros repartieron folletos informativos sobre el rechazo de nuestro gremio a la transformación de EPEC en SAU.